“Dirty Feathers“: documental sobre personas sin hogar en la Berlinale

Tomado: DW

El primer largometraje documental del cineasta mexicano Carlos Alfonso Corral muestra, sin prejuicios y con poéticas imágenes en blanco y negro, el día a día de los olvidados por la sociedad en El Paso, Texas.

El lente del cineasta ofrece una mirada cálida y humana sobre la vida cotidiana de una comunidad de personas sin hogar que vive en el El Paso, Texas, muy cerca de la fronteriza Ciudad Juárez, Chihuahua. Los diálogos de los personajes (en inglés) y sus declaraciones ante la cámara son el hilo conductor de la cinta, que otorga un papel preponderante a las reflexiones de una desprendida joven de 17 años (Ashley Mistral), que ha encontrado una familia adoptiva en ese universo de personas marginadas.

“A veces me voy a dormir con hambre, porque me gusta que mi gente coma antes que yo”, dice. La palabra Dios es recurrente en su lenguaje. Para ella, la sociedad estadounidense está llena de cosas materiales que ella no necesita. Siempre que ella aparece en la pantalla, se escucha música de Chopin de fondo. Tiene cicatrices en la cara, pero siempre sonríe ante la cámara, es un ángel generoso con sus compañeros de destino. “Dirty Feathers” (Plumas sucias) alude a esos ángeles cuyas plumas se ensucian en los bajos mundos.

“De todos los personajes ella es la única que encontró una familia en ese ambiente. Quería que fuera la poesía de la película. Ella tenía algo maternal, aunque era la más joven del grupo, un amor hacia toda la gente ahí, por eso escogí la música, para elevar el personaje de Ashley”, afirma Carlos Alfonso Corral, en conversación con DW. El cineasta pasó buena parte de su niñez en El Paso, y recuerda cómo su familia era intimidada por la policía. Tal vez por eso, reconoce, se ha interesado por los marginados de la sociedad estadounidense, varados en una ciudad fronteriza, muy lejana del resto del país.

Brandon, (der). un cocinero que quería ir a Los Ángeles, se quedó varado en El Paso, Texas, atrapado por adicciones.

La desconexión humana

El detonante del documental fue la muerte de un tío del cineasta, que vivió una vida rápida, acosado por adicciones que provocaron su bancarrota y lo dejaron en situación de calle. “El ser testigo de su devastadora desconexión con su familia, con la sociedad y la realidad, fue lo que me motivó a explorar la condición humana”, afirma Corral. Esa desconexión la volvió a encontrar en las calles de El Paso, en donde deambulan, abandonados a su destino, los personajes de la cinta.

“Pese a que están tan presentes en las calles, los demás pasamos de largo y los ignoramos. Me interesó mucho detenerme y estar con ellos, escuchar y abrir la reflexión sobre el motivo que los llevó a esa situación. Algunas personas buscaron vivir en esas condiciones, otros perdieron a sus familias o fueron abandonados”, afirma el cineasta.

En el caleidoscopio de personas de distintas nacionalidades y culturas, figura un estadounidense que fue marino y que cuenta a sus compañeros las hazañas de un pasado del que se siente orgulloso. Carlos, de origen latino, muestra una navaja con la que está dispuesto a defenderse de un enemigo potencial, pero se desmorona cuando recuerda la muerte de su hijo.

Reagan, pareja de Brandon, tiene ocho meses de embarazo durante la filmación.

Violencia emocional

“La violencia es evidente, es un lugar cargado de violencia latente. Pero Carlos es un personaje muy tierno. Frente a la cámara se presentó muy fuerte y violento, pero en realidad es una persona con mucho miedo, con mucha desconfianza hacia el mundo como él dice. Es una violencia emocional, más que física”, afirma el realizador.

Otro personaje que se queda grabado en la memoria es Reagan, una mujer negra de 28 años que está embarazada, y pronto dará a luz, en la calle. “Hay mucha gente que vive así en las comunidades, es una situación muy dura y por eso les agradezco que nos hayan compartido su vida en el documental, pero ellos también quieren denunciar la difícil situación en la que viven”.

El número de personas sin hogar en Estados Unidos se disparó a raíz de la crisis financiera de 2008, una cifra que según el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano ascendía en mayo de 2020 a unas 568.000 personas. Sin embargo debido a la pandemia de coronavirus, se preveía el aumento de personas sin hogar en un 45% en un año.

“Mucha gente que trabajaba en restaurantes se ha quedado sin empleo, buscando la manera de sobrevivir. Hay mucha gente que se ha quedado prácticamente en la calle”, según el cineasta, que nació en El Paso, Texas (1989) y creció en ambos lados de la frontera, entre Ciudad Juárez y El Paso, ciudades hermanas que documentó con su cámara fotográfica desde muy joven. “Es muy común aquí que la gente cruce el puente tres, cuatro veces al día”, destaca.

Carlos Alfonso Corral debutó en la Berlinale con un documental que mira con empatía a los olvidados de la sociedad estadounidense.

Formación autodidacta

El cineasta de origen italiano radicado en Texas Roberto Minervini  -Stop the Pounding Heart (2014), The Other Side (2015), y What You Gonna Do When the World’s on Fire? (2018)- es el mentor del joven cineasta que tuvo una formación autodidacta. “Trabajé en un café y cineclub que ofrecía proyecciones llamado Fellini Film Café. Cuando le dije a la propietaria que quería ir a Los Ángeles a estudiar cine, ella me dijo que no, que era un pecado ir a la academia. Que ahí estaba mi escuela. Ella me daba mi tarea. Empezamos por títulos por países; cine brasileño, cine mexicano, americano y alemán. Hasta que un amigo que estaba trabajando con Roberto Minervini me dijo que necesitaban armar un equipo y me invitó a trabajar con ellos. Fue la mejor experiencia porque, más allá de lo técnico, Roberto me enseñó a enfrentar prejuicios, a escuchar. Así comencé mi aprendizaje”.

Se nota la escuela de Minervini en el joven cineasta. “La ética en el estilo de hacer cine crea un ambiente de mucha colaboración, que cultiva la camaradería y resulta catártico para todos los involucrados. Para Roberto y ahora para mí, el proceso de hacer una película es siempre más profundo y más importante que el resultado”. El documental “Dirty Feathers”, una coproducción en blanco y negro (México, Estados Unidos) de 75 minutos de duración, fue seleccionada en la sección Panorama de la Berlinale.

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