Mieles agroecológicas del Cauca libres de compuesto cancerígeno

Por: Cristian Alejandro Valencia López Unimedios Palmira

La evaluación de las propiedades de 11 mieles diferentes recolectadas en los municipios de Timbio, Torotó y Piendamó (Cauca) demostró que estas no exceden los límites de HMF (hidroximetilfurfural), un compuesto orgánico reconocido por el Instituto Nacional de Ciencias de Salud Ambiental de Estados Unidos como potencialmente carcinógeno y que está casi omnipresente en todo producto alimenticio.

En Colombia existen más de 115.000 colmenas que producen poco más de 3.500 toneladas de miel al año. Crédito: UNIMEDIOS

La miel, esa sustancia dulce, viscosa y amarilla producida por abejas, avispas y hormigas a partir del néctar de las flores que se utiliza con fines terapéuticos, gastronómicos, energéticos, cicatrizantes o antigripales, fue evaluada por Efrén Muñoz Galíndez, doctor en Agroecología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, con el fin de conocer sus propiedades físicas y químicas, y así determinar su calidad según las normas nacionales e internacionales de su consumo y comercialización.
La caracterización se enfocó en la miel de las abejas melíferas (Apis mellifera), especie con mayor distribución en el mundo entre las más de 20.000 existentes. Las variables evaluadas fueron humedad, azúcares (sacarosa, glucosa y fructosa), acidez (pH), sales minerales, sustancias olorosas y HMF. Este último es un compuesto presente en la mayoría de alimentos que contienen azúcar como cereales, lácteos y frutas; sin embargo no es natural sino que se forma a raíz de los tratamientos térmicos en procesos de conservación, fermentación y producción de dichos alimentos. Los seres humanos ingieren entre 30 y 150 mg de HMF a diario y su medición se considera como un índice de la calidad de las comidas procesadas.
La Norma Técnica Colombiana 1273 del Icontec, que regula las mieles elaboradas por abejas obreras de la especie Apis mellifera para consumo en seres humanos, establece en sus criterios que la miel que contenga más de 60 mg de HMF por cada 1.000 g estaría sobrepasando los límites recomendados. Así mismo, el Codex Alimentarius de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y de la Organización Mundial de la Salud (OMS) plantea que el nivel máximo debe ser de 80 mg de HMF por cada 1.000 g de miel.

Una investigación de la UNAL encontró que el 52,5% de 61 muestras de mieles analizadas de los departamentos de Boyacá, Cundinamarca, Magdalena y Santander presentan residuos de plaguicidas. Crédito: UNIMEDIOS

El doctor Muñoz determinó en su estudio que 6 de las 11 mieles de Timbio, Torotó y Piendamó registraron promedios entre 3,03 y 8,35 mg de HMF por cada 1.000 g de miel; en 2 no se detectó HMF, y 3 alcanzaron promedios superiores a 60 mg debido a las alteraciones durante los procesos de almacenamiento a temperaturas no recomendadas, mas no en su composición original. Por eso advierte que no es aconsejable conservar la miel por encima de los 38 oC, ya que así se promueve el deterioro de la miel oscureciéndola y ocasionando pérdida de aroma y sabor, y aumento de HMF.

En cuanto a otras características físicas y químicas como humedad, azúcares y sales minerales –nunca antes estudiadas en mieles del departamento del Cauca y consideradas como factores esenciales para determinar la calidad de la miel–, las 11 muestras cumplieron con las normas nacionales del Icontec e internacionales de la FAO y la OMS. Por ejemplo, el contenido de humedad fue menor de 18 %, el de azúcar (glucosa y fructosa) superior al 65 %, el de sacarosa menor al 5 % y el de las sustancias minerales menor al 0,6 %.

Origen botánico

El estudio es una contribución para conocer la miel que se produce y comercializa en mercados locales de la región suroccidental del país, entendiendo a la apicultura –crianza de abejas para la obtención de miel– como una herramienta para enfrentar la pobreza rural por tratarse de un negocio rentable para campesinos e indígenas, pues su actividad económica genera grandes cosechas de miel sin que sea necesario poseer grandes extensiones de tierra o invertir demasiado capital.

La Federación de Apicultores y Criadores de Abejas de Colombia (Fedeabejas) explica, como seguro de riesgo, que la demanda está asegurada porque el país solo produce el 20 % del producto que consume, mientras el 80 % restante son mieles falsificadas, adulteradas o importaciones de mala calidad. Ante estas cifras, el investigador Muñoz implementó un análisis polínico en las 11 muestras recolectadas, una técnica que proporciona el origen botánico de las mieles y que además ofrece un amplio panorama de las plantas melíferas (plantas de interés económico para la apicultura) aprovechadas por las colmenas de abejas para producir miel.

De los resultados sobresale que las mieles del Cauca son 100 % puras y están compuestas por 110 recursos florales, es decir que los granos de polen dentro de la miel provienen del néctar de 110 especies de plantas, distribuidas en 19 familias botánicas. Los recursos florales superiores al 10 % con respecto a los granos de polen en las mieles se consideran fuente importante para la abeja Apis mellifera; en este caso, las familias que superaron el porcentaje, y por ende son de importancia económica para la producción de miel, fueron Poaceae, Myrtaceae, Asteraceae, Rosaceae y Fabaceae.

Según Fedeabejas, en Colombia la actividad de la miel se ha fortalecido a pesar de que solo se ejecuta un 10 % de su potencial. Una colmena puede tener entre 50.000 y 70.000 abejas y producir entre 35 y 45 kilos de miel al año. En el país existen más de 115.000 colmenas que producen poco más de 3.500 toneladas de miel al año, sin embargo, el consumo nacional es de unas 20.000 toneladas: entre 30 y 40 g anuales por ciudadano.

La diversidad de plantas asociadas con la apicultura en sistemas de producción agroecológicos tiene además un vínculo con la seguridad alimentaria y el cuidado ambiental. Crédito: UNIMEDIOS

Mieles agroecológicas

¿Cómo interfieren los sistemas agroecológicos en la apicultura? El investigador Muñoz explicó que una miel se diferencia de otras según la diversidad de plantas que ofrece el ecosistema en un rango de 2 a 4 km a la redonda de las colmenas.
En ese orden, caracterizó la miel según dos sistemas de producción: uno convencional y caracterizado por usar fertilizantes inorgánicos, plaguicidas y semillas de alto rendimiento (monocultivos), y otro agroecológico, con producciones moderadas, impacto ambiental positivo, policultivos, rotación de espacios para cultivar y sin uso de insumos químicos.
La mayor diversidad de plantas melíferas encontrada fue en agroecosistemas manejados por campesinos e indígenas Nasa del municipio de Totoró, con 110 especies, mientras que en Timbio y Piendamó los monocultivos de café, pastos y cítricos en sistemas convencionales redujeron la posibilidad de especies acompañantes como diente de león, corazón partido, cadillo y girasoles, plantas de sostenimiento importantes en épocas en que las abejas necesitan alimento para sostener las crías de la colmena.
La diversidad de plantas asociadas con la apicultura en sistemas de producción agroecológicos tiene además un vínculo con la seguridad alimentaria y el cuidado ambiental: son un elemento indispensable para asegurar la polinización, la calidad y los rendimientos de los cultivos; la polinización es un servicio ecosistémico de vital importancia para la producción del 35 % de los cultivos en el planeta, de los cuales entre el 60 y 80 % de las especies vegetales dependen de la polinización de animales como las abejas.
La investigación también permitió conocer que en los sistemas agroecológicos las plantas melíferas tienen otros usos como el medicinal para seres humanos (30 %), barreras vivas (24,5 %) y comestibles (20,9 %) en las zonas estudiadas. “La apicultura podría aportar mayor cantidad de producciones diversificadas como alimentos naturales ricos en proteína vegetal, vitaminas y minerales. Hoy se pierden, o se dejan de producir por desconocimiento o insuficiencias tecnológicas, en especial en terrenos de Latinoamérica y África, donde el polen, la miel y la jalea real son productos que podrían palear o revertir el hambre de estos pueblos”, aseguró el doctor Muñoz.

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