Concesión: mucho por poco

Tomada de internet

Por: Concha Benavides

Explotan a los maestros, no resuelven la cobertura, son de pésima calidad, pero son un jugoso negocio para empresas  “sin ánimo de lucro”

El programa de colegios de concesión empezó en Bogotá en el año 2000 con 16 instituciones y para el 2003 ya había 23 colegios construidos con recursos de la Secretaría de Educación del Distrito (SED), que fueron entregados en administración por 15 años a varias empresas privadas como Cafam, Colsubsidio, Gimnasio Moderno, Fundación Calazans, Fundación Nuevo Retiro, Comfenalco, Fundación Don Bosco y la Fundación Alianza Educativa constituida por la Universidad de los Andes y los colegios Los Nogales, Nueva Granada y el San Carlos.

Pese a lo que asegura la administración distrital los colegios en concesión no representan una solución a los problemas de cobertura y calidad. En el año 2003 entre todos los 23 colegios  que atienden 21.430 niños, un promedio de menos de 1000 estudiantes por colegio. En una evaluación de esta experiencia presentada por la Contraloría Distrital se afirma: «preocupa como siendo establecimientos que presentan un mayor costo de atención por alumno frente a los establecimientos que administra directamente la Secretaría, arrojan resultados de calidad inferiores», y agrega: «Dentro de los primeros 100 establecimientos educativos que presentaron en Bogotá la prueba de Competencias básicas para el año 2002 no figura ningún colegio de concesión».

La Contraloría se pregunta «¿por qué el colegio Cafam (no oficial), presentó resultados de nivel superior (puesto 362) en la prueba de Estado y sin embargo, la concesión que tiene otorgada por la Sed mediante el Sed Cafam Santa Lucia (oficial) ocupó el puesto 2.826, ubicándose en el nivel medio y el Ced Don Bosco II (oficial en concesión) ocupó el puesto 4.308 en nivel bajo?».

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Archivo Leonardo da Vinci

En estas instituciones se aplica la promoción automática; los profesores que atienden los primeros niveles, algunos tienen título en primaria, pero no en una especialización; además, deben dictar todas las asignaturas y sus salarios son de hambre. Así es imposible que estos colegios puedan ser de buena calidad. Para determinar el costo de estos colegios, la Contraloría Distrital multiplica el subsidio por alumno que pagó la SED a los concesionarios, $1.163.869 en el 2002, por el total de niños atendidos en cada colegio, lo que da aproximadamente, 1.084 millones de pesos por institución. La Contraloría no tiene en cuenta otros costos de inversión que aparecen en un documento de la SED”2) sobre estas  instituciones:

– Costos de la planta física, más de $6.000 millones cada una.
– Dotación completa para salones de artes, laboratorios, ludoteca, sala de cómputo y biblioteca.
– Costo de la interventoría o administración de inmuebles hecha por la firma Felipe Ardila y Cia.
– Costo de logros de objetivos comunes y específicos de los niveles de la educación formal que la hace la Fundación Corpoeducación.
– Costo de la inspección y vigilancia que la hace directamente la SED.

Cualquier asesoría que hace una de estas fundaciones a un colegio distrital público no deja de costar 300, 400 o más millones de pesos. Así que el costo último de estas instituciones es exagerado y lo más grave, va dirigido al enriquecimiento del sector privado «sin ánimo de lucro», a costa del debilitamiento de la educación pública.

 

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