Admiro a mis profesores, tomado del Tiempo.com

Por: Luis Noé Ochoa   10.05.17

Suena a chiste decir que los maestros están en ‘jornada única’… de paro. Pero sí. Unos 350.000 están en la plaza de Bolívar, por la calle 26, en los pueblos, o en la iglesia de San Francisco. Que no es precisamente el santo que les va a ayudar a lograr los aumentos de sueldos, pues él fue austero, hizo votos de pobreza y rechazó salarios. Así que a encomendarse a otro santo. A san Juan Manuel.

Los profesores llevan un mes diciendo ‘la p con la a, pa; la r con o, ro. Pa-ro’. Y están pidiendo mejores salarios. Dicen que no hay reglas, pero reglas claras para mejorar los sueldos. Piden infraestructura para la jornada única, la licitación para el prestador de salud. Y acusan al Gobierno de que no hizo la tarea del paro pasado, entre otras cosas. Pero el Gobierno dice que no le dan los números. Que se acabó la lonchera.

En fin, yo me rajé en matemáticas. Ya conté, en otra nota, que le respondí a una profesora que la mitad de uno es el ser amado. Y ella me sacó de clase cuando me preguntó: “¿3 por 2?” Y yo respondí que era una promoción.

Lo cierto es que los profesores, seres fundamentales en la sociedad, están en la calle. Seguramente tienen razón en varias cosas, pero se necesita llegar a un acuerdo pronto, pensando en los 8 millones de niños que siguen en largo recreo. La verdad, a mí de niño me gustaba el paro, pero ahora reparo.

El sistema viene con un atraso grande, me dijo un experto: “Una forma de que esto se arregle sería que representantes de los educadores formaran parte del plan de desarrollo”. Es decir, ayudar a moler la masa para hacer el bollo, le dije. Sí, afirmó con sonrisa de conquista laboral.

Es fundamental, queridos profesores, que enseñen cívica y urbanidad. Porque hoy hay unos que parece que hubieran capado estas materias

Admiro a los profesores y les guardo gratitud. Ellos son los padres de la sociedad, los verdaderos padres de la patria, no los otros, los que sí se ganan el billete. Ellos, muchas veces irrespetados y agredidos, guían, orientan y enderezan el rumbo de muchos seres; les enseñan y los forman.
Los maestros, los rurales, los de las ciudades, en barrios de miedo, tienen una responsabilidad inmensa en el mundo de hoy. Eso debe ser reconocido. De mi parte, gracias, muchas gracias.

Por otro lado, no desmayen en la práctica de su oficio, que es bello. Los niños de hoy serán los ciudadanos y dirigentes dentro de 20 años. Y de sus manos, con ayuda de los padres, depende cómo sea el país futuro.
No es su culpa, pero es fundamental, queridos profes, que se vuelva a la cívica y urbanidad. Porque hoy hay unos que parece que no vieron estas materias. Ahí está el subsecretario del Senado, Saúl Cruz, que, como dicen por ahí, no entendió qué es lanzarse a la Cámara y se lanzó contra la del camarógrafo de Noticias Uno. Y luego armó un show vergonzoso y mentiroso. ¿Cómo fue educado este señor? ¿Y los que respaldaron al “quejetas, peletas en sus tretas?”.
Tal vez capó cívica y educación patria el expresidente Uribe, a quien ahora le ha dado por irse a hablar mal de Colombia en los foros internacionales, como esta semana en Atenas. Ah tenaz actitud contra el país, contra su gente, que lo eligió presidente, pues nos hace daño a todos. Y eso que por ello criticaban a Piedad Córdoba. ¿Y aún lo respaldan?

Profesores, enseñen a no mentir, que la mentira es una mala alumna que está haciendo carrera; a que el egoísmo no esté por encima del bien general, como la paz. Enseñen honestidad. Porque la corrupción es también la culpable de que no les puedan pagar lo que merecen. Y ojalá lleguen a un acuerdo pronto, con realismo, no mágico sino económico y social. Y aquí paro.

LUIS NOÉ OCHOA
luioch@eltiempo.com

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