La parábola de Hocker

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Un hombre solitario, con espíritu de músico, se hallaba entre las montañas pérdidas de un pue­blo fantasma… sucedió que, a pesar de su pobreza y falta de ins­trumentos, este hombre deseaba tocar aquella música que inspiraba a los negros anhelos de liber­tad en horas de opresión, aquélla música de fuerza y entrañas que acompañan a los hombres solita­rios que desean volar en el tiempo de los siglos: bines. Pero, ¿cómo hacerlo? ¿Qué hacer?

Para sobrevivir, el hombre cortaba leña que vendía en el mercado.

Una mañana, el hombre estaba silencioso en la sole­dad de su cabaña, meditando. De improviso, se le­vantó, tomó su hacha, y comenzó a talar árboles. Al ritmo de-suimages 18 esfuerzo, comenzó a cantar. El hacha se convirtió en un instrumento percusivo y su voz fue una hermosa melodía que entrañaba libertad.

Con el pasar del tiempo, los hombres que compra­ban la leña buscaban el sonido de un hacha y la voz de su dueño,  y cuando los encontraban, se senta­ban en la hierba o en los troncos para escuchar. Algún tiempo después, el leñador grababa la armo­nía del hacha y la voz en un estudio musical casero y hoy es uno de los grandes del blues que vuela en el tiempo dé los siglos.

Así como este hombre con su espíritu divino musi­cal, se hallan, entre la multitud, hombres con un espíritu de fuerza y de entrañas: gente que ve más allá de las ilusiones mundanas de una vida “nor­mal”, que sigue su misión más allá de los obstácu­los; personas que matan al demonio que conpalabras de auto-consolación nos encadena a la monotonía. Entonces, ¿por qué no enfrentar, al primer demo­nio que se aparece en nuestro pensamiento y daña toda acción?

 

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