Joao Alberto Silveira Freitas, el George Floyd brasileño

Tomado: DW Made for Minds

Brasil también tiene un problema con la violencia racista. Joao Alberto Silveira Freitas, un hombre negro, murió a manos de dos guardias blancos. El presidente Bolsonaro reacciona como Trump, su homólogo estadounidense.

Un hombre negro va de compras a un supermercado y surgen problemas. Guardias de seguridad blancos lo tiran al suelo; uno se arrodilla sobre su cuello. El hombre negro ya no puede respirar y muere luego asfixiado. Todo está filmado con un celular. Furiosas protestas estallan en el país y los manifestantes corean que “Las vidas negras importan”. El presidente le resta importancia al hecho, no quiere saber nada de racismo.

En similares circunstancias, George Floyd murió el 25 de mayo en Minneapolis, Estados Unidos. Joao Alberto Silveira Freitas ha muerto exactamente seis meses después, casi 10.000 kilómetros más al sur, en Porto Alegre, Brasil.

¿Cómo es posible que la historia se repita? ¿En otro país, pero con tantos paralelos? ¿Es todo esto una extraña coincidencia? “No”, dice a DW la activista Ieda Leal, “nos dejan sin aliento, atacan nuestros cuerpos, nos eliminan y no son castigados por ello. La vida de nosotros los negros en Brasil está en constante peligro”.

El racismo, profundamente arraigado en Brasil

Nadie lo sabe mejor que Leal, que ha estado haciendo campaña contra el racismo en su país durante 30 años y es presidenta del movimiento negro unido MNU. Una lucha diaria en un país que, como Estados Unidos, hace tiempo que se acostumbró a la muerte de personas negras, al racismo estructural y a la exclusión sistemática de todo un grupo de población.

“Empieza cuando entras a una tienda y no te atienden. Y si es así, te dicen que el producto es muy caro, por lo que, como negro, seguro no puedes pagarlo. U otros clientes te preguntan dónde pueden encontrar un producto, y tienes que explicarles que tú también eres un cliente y no parte del personal”, dice Leal.

Es la triste vida cotidiana de millones de afrobrasileños. Brasil es el Estado con la mayor población negra del mundo, detrás de Nigeria. Y el racismo tiene una larga historia aquí: la excolonia portuguesa fue el mercado de esclavos más grande del mundo durante décadas; uno de cada tres africanos traficados hacia el continente americano terminó en Brasil, y la esclavitud no fue abolida hasta 1888, el último país en América.

Ieda Leal: “La vida de nosotros los negros en Brasil está en constante peligro”.

Aumento de violencia policial y grupos neonazis

130 años después, uno tiene la sensación de que Brasil ha vuelto a los capítulos más oscuros de su propia historia. Esto tiene mucho que ver con una fuerza policial altamente militarizada, que la población negra a menudo ve como un enemigo. A modo de comparación: la policía mató a casi 1.000 personas en Estados Unidos el año pasado. Solo en la metrópoli brasileña de Río de Janeiro, hubo más de 1.800 muertos en el mismo período.

Esto también tiene que ver con los grupos neonazis, de los cuales ahora hay más de 330 en todo el país, y la tendencia va en aumento. Y, por supuesto, con un presidente que insiste en que no es racista pero, al mismo tiempo, insulta y menosprecia a las personas negras en cada oportunidad: “Por supuesto que Bolsonaro es un racista y todo su equipo comparte el mismo sentimiento de odio hacia los negros en el país”, dice Ieda Leal.

Gobierno de Bolsonaro se distancia del racismo

Leal, de 55 años, alude principalmente a Hamilton Mourao. El vice de Bolsonaro declaró que la muerte de Joao Alberto Silveira Freitas en Porto Alegre no tenía nada que ver con el racismo, por una simple razón: “Para mí, no hay racismo en Brasil”.

Así lo ve también su jefe. La estrategia de Bolsonaro en estos días recuerda sorprendentemente a la del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tras la muerte de George Floyd: restar importancia, relativizar; simplemente, no asustar a sus propios partidarios blancos. Los problemas de Brasil están “más allá de las cuestiones raciales”, el gran mal en el país es más bien la “corrupción moral, social y política”, dijo el jefe de Estado brasileño.

Según el vicepresidente Hamilton Mourao y el presidente Bolsonaro, “no hay racismo en Brasil”.

Ieda Leal ya no puede escuchar tales frases. “Vemos un aumento diario de actos de violencia racista en Brasil. Por supuesto, esto también se debe al hecho de que estamos informando más porque ahora somos más valientes”, dice la presidenta del MNU; “pero lamentablemente no tenemos un Gobierno que proteja al pueblo, sino al contrario, uno que promueve el racismo”.

La aprobación de Bolsonaro crece

Pero al igual que en Estados Unidos, donde muchos votantes negros pusieron su cruz por Donald Trump debido a los recortes de impuestos, hay cada vez más negros que apoyan a Bolsonaro en Brasil, a pesar de sus salidas racistas. Una causa: el Gobierno ha estado pagando 600 reales, unos 90 euros, para apoyar a los más pobres, incluidos muchos afrobrasileños, desde el comienzo de la pandemia del coronavirus.

Pero, si depende de Ieda Leal, los muchos paralelismos con Estados Unidos no acabarán aquí. Donald Trump ha perdido su cargo, y Leal quiere hacer todo lo posible para asegurarse de que Bolsonaro sufra la misma suerte en 2022 en Brasil. “A este Gobierno no le importan las personas que construyeron el país. Seguiremos poniendo al descubierto a Bolsonaro, una y otra vez, todos los días.”

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