Leonardo un hombre universal

Por Yvonne Sandoval

Durante sus fructíferos 67 años de vida, Leonardo da Vinci dedicó su esfuerzo al desarrollo de la ciencia y la técnica en campos tan diversos como la pintura, la escultura, la anatomía, la hidráulica, la ingeniería, la óptica, la mecánica, la geometría, la astronomía, el diseño, la urbanística y otros.

En los siglos XV y XVI, el conocimiento se convierte en el fundamento filosófico para las grandes transformaciones de la sociedad y el mundo. Ya el papel del hombre no está limitado a servirle a Dios. Es el propio hombre quien posee el poder transformador de todo lo que le rodea, ejerciendo el dominio sobre la naturaleza. El hombre se inscribe en la realidad y esto es lo que genera una de las más grandes revoluciones del mundo, el advenimiento de lo que se conoce como la Modernidad.

La vida de Leonardo transcurre en el contexto del Renacimiento (1452-1519), hecho de vital importancia, si tenemos en cuenta que durante ese periodo histórico la concepción antropocéntrica empieza su reinado y sigue vigente hasta nuestros días.

El hombre goza de gran preeminencia como un ser que posee la virtud de la razón y, en función de ésta, el conocimiento es el elemento sustancial a partir del cual se apropia del mundo y lo disfruta. La ciencia y la tecnología se convierten en las herramientas con las que el hombre puede llevar a cabo muchos de sus sueños, como la Revolución Industrial a mediados del siglo XVIII. En el Renacimiento se gestan las bases de los grandes avances científicos que verán su desarrollo en tiempos posteriores.

La consagración de da Vinci lo llevó a experimentar, profundizar e innovar, lo que dio como resultado la elaboración de diseños, la invención de diversas máquinas y la aplicación de variedad de leyes científicas, que rebasaron el límite histórico de su tiempo. Es con base en su sesudo conocimiento que la sociedades moderna y contemporánea logran descubrir el punto de partida desde el cual hacer realidad muchas de  las intuiciones que el magnífico genio de Leonardo da Vinci  ya había presentido.

Su obra trascendió su época; su vigencia es indiscutible. El estudiar a Leonardo da Vinci nos plantea la necesidad de luchar por el genuino valor del conocimiento, más en estos momentos en que se ha llegado a tal especificidad que el todo se pierde en los laberintos del mismo objeto de estudio. Pareciera que sólo nos llegara en ralámpagos a través de la televisión y otros medios; además, somos presa de un sistema de información que se aleja cada vez más de la esencia de los hechos y nos muestra un mundo ficticio que no debe ser cuestionado, sino gozado.

jocondeEl compromiso de todos en el campo educativo debería ser forjar hombres universales, como lo fue Leonardo, a quien se le llamó homo universalis. Hombres que experimenten y busquen la sustancia misma de las cosas, constructores de su propio quehacer histórico, que dejen de lado el peligroso facilismo que representa el ser simples consumidores de mensajes vacíos, hechos para quienes pagan al astrólogo de moda para saber su futuro y se sientan a esperar que se cumplan las cábalas, y nada más. Hay que incentivar el amor al conocimiento como una forma de vida, emulando al maestro Leonardo da Vinci.

El Renacimiento privilegió el saber, y Leonardo da Vinci es considerado como el más fiel representante de este tiempo del que su espíritu bebió su más dulce y preciado néctar. Lo degustó gota a gota, juiciosamente dedicó cada segundo de su existencia a la observación, a la experimentación, a la creación, a la  escritura de sus tratados, a la elaboración de miles de dibujos, a la minuciosa  realización de diferentes estudios de obras que en muchos de los casos nunca terminó. Su mente siempre estuvo atenta a los mínimos cambios de la naturaleza, su ojo buscó incansablemente la proporción y la armonía, sus manos creaban sin reposo. Todo su ser vivió para su época.

dama delarminoEs de resaltar que el cuadro más famoso en la historia de la pintura, La Monna Lisa o Gioconda, alcanza el más sublime desarrollo de las técnicas pictóricas, el sfumato. Además, logró plasmar el sentimiento de esta joven, demostrando su gran conocimiento en el campo de la psicología. En esta figura se manifiesta tal realismo que ha sido estudiada minuciosamente por diversos expertos quienes han querido descifrar los misterios que encierra su expresión, todo lo cual le ha valido ser la obra más estudiada por diversos pintores.

Hoy, por medio de este periódico, queremos abrir un camino para todos aquellos que deseen plasmar su huella y que con su constancia  logren penetrar en el complejo mundo del conocimiento, como efectivamente lo hizo Leonardo da Vinci. Buscamos que a través de la presente columna, en cada número, se conozca una faceta diferente de este gran maestro. Exhortamos a todos a leer nuestra publicación. Leonardo da Vinci es digno de ser conocido, valorado y emulado por todos y en especial por los jóvenes de la actual Colombia. Estamos seguros que Leonardo estaría fascinado con las maravillas de Colombia. Invitemos a nuestro espíritu a descubrirlas.

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