Continúa el apasionante artículo de Silvio Avendaño. Profesor de filosofía y letras de la Universidad del Cauca sobre la obra del poeta sevillano.
La pérdida española no es solo a nivel del poder colonial al comienzo del siglo XX, es una perdida que ha afectado la ortografía interior, la situación espiritual, árida acre y de plata.
Veamos esa soledad, campos de convento…
Filósofos nutridos de sopa de convento
contemplan impasibles al amplio firmamento
Y si les llega en sueños, como un rumor distante
clamor de mercader es de muelles de levante
no anudarán siquiera a preguntar: ¿Qué pasa?
El mundo espiritual español se ha quedado en la contemplación, sin mayor interés por los problemas del presente, por la situación vital… además el hombre está escondido y preso del alcohol.
En todas he visto
caravanas de tristeza
soberbios y melancólicos
borrachos de sombra negra
España miseria… desierta… el mundo de la política no trae ninguna esperanza. La política es un círculo vicioso para acercarnos a la situación vayamos a un pueblo pequeño, que bien puede ser Soria o Baeza, entremos en cualquier tahona pidamos un vino y sentémonos en un rincón:
Yo no se
don José
como son los liberales
tan perros ,tan inmortales.
Oh tranquílice usted
pasados los carnavales
vendrán los conservadores
buenos administradores
de su casa.
La vida política se encuentra cerrada porque ha sabido solucionar los problemas del áspero suelo. Las obras del famoso progreso no aparecen y si lo hacen aparecen pálidas y titilantes. Quizá en Soria o Baeza se quitaba dos o tres veces el servicio de la luz. En una noche:
Anochece
el bilo de la bombilla
se enrojece
luego brilla,
resplándece
poco más que una cerilla.
Quietos, eternos, sin una sombra de pecado, sin
movimiento y sin sonido del reloj, se vive en un tiempo que
es un mar muerto.
Es estos pueblos se lucha
sin tregua con el reloj,
con esa monotonía
que mide el tiempo vacío.
Y España que tiende hacia el desierto, hacia ese empobrecimiento físico de la meseta castellana, azafranada y polvorienta, que se va desmoronando, sin arboledas pues en tiempo de Felipe II y la famosa armada invencible, la destruyó para convertirla en máquina de guerra, vive, sin conciencia de la situación… se vive urgido por la necesidad, en búsqueda del pan y la vivienda.
El hombre de estos campos que incendia los pinares
su despojo aguarda como botín de guerra
antaño hubo raído los negros encinares
talados los robustos robledos de la sierra.
Hoy ve sus pobres hijos huyendo se sus lares
la tempestad llevarse los limos de la tierra
por los sagrados ríos hacia los anchos mares
y en los páramos malditos, trabaja, sufre y yerra.
Veréis llanuras bélicas y páramos de asceta
no fueron estos campos en bíblico jardín
son tierras para el águila, un trozo de planeta
por donde cruza errante la sombra de Caín.
Castilla no es aquella tan generosa un día
cuando Mío Cid el de Vivar volvía
ufano de su nueva fortuna y opulencia
a regalar a Alfonso las huertas de Valencia
o que tras la aventura que acreditó sus bríos.
Pedía la conquista, al de los grandes ríos
indianos a la corte, la madre de soldados
querreros y adalides que han de tornar cargados
de plata y oro a España, en regios galeones
para la presa de cuervos, para la lid de leones…
Castilla miserable ayer dominadora
envuelta en sus harapos, desprecia cuanto ignora.
Y al cabo, nada os debo; debeisme cuanto he escrito..
a mi trabajo acudo, con mi dinero pago
El traje que me cubre, y el lecho donde vago.
Y cuando llegue el día, del último viaje
Y está a partir la nave que nunca ha de tornar
Me encontrareis a bordo, ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
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