Miguelito Cuní: 40 años sin el más puro Sonero

Tomado:  Telesurtv.net

El repertorio de Miguelito Cuní estaba básicamente conformado por temas de Agustín Lara, y esos mismos temas, mas otros del repertorio cubano los interpretaba en el legendario “Sport Antillano”, sitio de baile y tertulia ubicado en Belascoain y Zanja, en Centro Habana.

En el Son se hizo este Sonero improvisador de mágicas estrofas que unió a su negrura toda la cubanidad del tabaco de la tierra donde nació: Pinar del Rio. Tierra donde también nació el Niño Rivera, Enrique Jorrín, Pedro Junco…

El Occidente de Cuba le ganó así algunos puntos al Oriente, la cuna del Son. Y acentuó fuerte Pinar del Rio al parir al mas genial de los improvisadores cubanos en el espectro sonoro del Son Montuno. El asunto está refrendado por Benny Moré quien dijo que Miguelito Cuní era el mas auténtico, el menos contaminado y el mas cubano de todos los soneros. Y Cuba ha dado unos cuantos. El pasado 3 de marzo se cumplieron 40 años de su paso a la inmortalidad desde La Habana, en su país natal, Cuba.

Miguel Arcángel Conill

Nació el 8 de Mayo de 1920 en la capital pinareña y en el seno de una modesta familia, lo que se deduce por el hecho de haber comenzado los estudios primarios en una escuela pública para pasar enseguida a aprender el oficio de ebanista. Él mismo contaría que su vocación musical por el canto comenzó a sus ocho años cuando trepó un muro que daba al fondo de la Sociedad Liceo de Pinar del Rio para escuchar al famoso Septeto Habanero, que lo seguían llamando sexteto a pesar de haber Guillermo Castillo, su Director, sumado la trompeta de Henrique Hernández Urrutia. Ya Urrutia no estaba en el grupo cuando éste fue a Pinar del Rio. Y a quien Miguelito Cuní miró embelesado fue a quien sería con el tiempo su amigo y compañero, Félix Chapottín, y al cantante Gerardo Martínez. Era 1928. Casi enseguida se integró a un conjunto que se ganaba la vida con el trueque: tocaban y les pagaban con botellas; luego ellos cambiaban las botellas por caramelos. Por supuesto, les decían “Los carameleros”. Poco después Miguel Cuní se integró al septeto “Caridad” del Niño Rivera (Andrés Echavarría, tresero, también pinareño). Cantaba también con la orquesta de Fernando Sánchez. Estuvo en la orquesta de Jacobo Rubalcaba y en la “Yamilé” de Rolando Lluis. Con ésta última interpretaba temas de Pedro Junco, otro joven pinareño, autor de “Nosotros”, malogrado este compositor a temprana edad por causa de la tuberculosis.

Todo esto acontecía en Pinar del Rio, porque en 1938, con 18 años Miguel se marchó a La Habana para debutar con la orquesta de Ernesto Núñez en la emisora “El Progreso Cubano”, actual Radio Progreso. El repertorio de Miguelito Cuní estaba básicamente conformado por temas de Agustín Lara, y esos mismos temas, mas otros del repertorio cubano los interpretaba en el legendario “Sport Antillano”, sitio de baile y tertulia ubicado en Belascoain y Zanja, en Centro Habana.

Fue en ese local donde conoció a Arsenio Rodríguez. Y fue Arsenio quien lo invitó a formar parte de su conjunto, aceptando Cuní de inmediato. Con Arsenio actuaba en la emisora 1010 en un programa que Arsenio tenía a las cinco de la tarde.

La orquesta que identificaba a la 1010 era la de Antonio Arcaño, y he aquí que un día Arcaño necesitó de la voz de Cuní. Y así se vio el futuro Sonero Mayor entre Arsenio y Arcaño, entre el danzón y el son. Y con solvencia. Era 1942. Las presentaciones en locales nocturnos se hicieron cotidianas; las condiciones fueron adquiriendo plenitud y en 1947 Miguelito se separó de Arsenio para viajar a Panamá donde permaneció dos años. Regresaría a Cuba en 1949 con los “Astros” de René Alvarez. Enseguida se reincorporó al conjunto de Arsenio para escribir juntos páginas memorables.

Cuando Arsenio decidió en 1951 marcharse a Estados Unidos de Norteamérica Cuní no lo acompañó. Se quedó con Chapottín y Lilí Martínez, pianista guantanamero quien había entrado en sustitución de Rubén González por allá, por 1946.

Todo parece indicar que en 1955 hubo “discusión salarial” en el conjunto de Chapottín y que como consecuencia de ella unos cuantos músicos se marcharon, agrupándose en el llamado Conjunto “Modelo”. Lo cierto es que ese año de 1955 Miguelito Cuní viajó a Venezuela como parte de la “Tribu” del Bárbaro del Ritmo Benny Moré. Es el histórico viaje en el que Benny cae preso por darle unos cabillazos al empresario que lo contrató, y no le pagó. Es el viaje donde se quedaron cinco días festejando con un solo concierto el bautizo de Milena, una de las hijas de Juan Johnny Pérez, integrante de la Sonora Caracas y compadre de Cuní, bautizo que aun es recordado en la musical y popular parroquia de San Agustín porque fue allí, detrás del cine “Alameda” aquella fiesta que parecía no terminar y que movilizó a todos los soneros de Caracas. Actuaron en Televisa y en el legendario cabaret “Claro de Luna”. Al regreso a Cuba, Cuní permaneció todavía un tiempo al lado del Benny, mas por solidaridad y amistad que por otra cosa, porque era que el Benny tomaba y se perdía de los compromisos y ahí estaba Cuní, compañero, para suplirlo con solvencia.

En 1958 Miguelito Cuní graba el inmortal álbum “Clásicos sones de Ayer” con temas de Bienvenido Julián Gutiérrez, entre los cuales estuvo “Convergencia” , tema que en la voz de Cuní ha dado varias veces la vuelta al mundo y ha sido incluido en incontables películas como parte de las bandas sonoras de las mismas.

En 1959 tuvo una rápida pasantía por el conjunto de Bebo Valdés para integrarse enseguida, con el triunfo de la Revolución de su país al “Todos Estrellas” de Chapottín. Salieron inmediatamente para las Antillas Holandesas con notable éxito. Cuní llegó a cantar en Aruba y Curazao con las “Estrellas del Caribe”, conjunto integrado por músicos de varias nacionalidades.

En 1960 Miguelito Cuní viaja, invitado por Arsenio Rodríguez a Nueva York, y se presenta en el mismísimo Palladium con el conjunto del cieguito maravilloso. Comenzaron las tentaciones, las ofertas, las habladurías acerca del nuevo régimen cubano, pero Cuní no aceptó nada de nada. Regresó a Cuba para seguir con Chapottín y Lilí Martínez, y también para participar como cantante principal en el Conjunto “Modelo”, compartiendo aquí con su paisano El Niño Rivera.

La vida de Cuní, durante la década de los sesenta estuvo dedicada a las grabaciones, presentaciones y actividades solidarias con los trabajadores cubanos, como cuando la campaña alfabetizadora que sirvió además, para que los músicos populares llegaran a los mas apartados rincones de la isla de Cuba.

La Guarapachanga

El investigador cubano Jesús Blanco Aguilar, en su discutido libro “80 años del Son y Soneros en el Caribe” editado en Venezuela, da fe del Primer Festival de Música Popular organizado en Julio de 1962 por el Instituto Musical de Investigaciones Folclóricas de Cuba a cargo de Odilio Urfé, en el cual se hizo una virtual cronología viviente del Son. En el teatro “Amadeo Roldán” se dieron la mano verdaderas glorias como Benny Moré, Pío Leyva, el Sexteto Nacional, Chapottín, Servando Díaz, Cheo Marquetti, Abelardo Barroso, Paquito Portela, Graciano Gómez, Carlos Puebla y, por supuesto, Miguelito Cuní, entre otros. Los mortales que asistieron al evento, que duró tres noches son realmente unos afortunados. ¿Qué no hubiera dado uno por ver algo como eso?

Etapa final

Para 1978 Miguelito Cuní está en la Unión Soviética. Fue el invitado especial de la orquesta de Música Moderna de La Habana. El frío de esa región lo afectó seriamente. Una pulmonía lo regresó enfermo a Cuba.

Mosaico en vivo

Ya la salsa esta dando vueltas y ha tomado forma huracanada en el Caribe. Los viejos soneros cubanos y algunos investigadores ya se han reunido en Cienfuegos y en Santiago de Cuba, así como en La Habana a debatir el asunto. La mayoría considera que les están maltratando la música, su música, parida con tanta historia y correrías. La mayoría del repertorio que escuchan a través de radios foráneas pertenece al complejo del Son. Y es cuando los cubanos dicen que si eso es así la famosa salsa es puro son cubano y si se trata de eso ellos están ahí, vivos, para hacerlo como es. Surge entonces “Las Estrellas de Areito” a instancias del empresario Raúl Diamondé de Costa de Marfil, vinculado a Cuba a través de Egrem, y del trombonista Juan Pablo Torres una de las mas fenomenales agrupaciones cubanas de música popular de todos los tiempos. Si Fania, el sello, tenía sus estrellas, Areito, el sello cubano, tenía las suyas. Y qué Estrellas: Jorge Varona, Arturo Sandoval, Félix Chapottín, Juan Pablo Torres, Rubén González, Enrique Jorrín, Félix Reyna, Fabian García, el Niño Rivera, Tata Guines, Felo Bacallao, Teresa García, Tito Gómez, Pío Leyva y Miguelito Cuní, entre otros. Era 1980. Ya para 1981 Las Estrellas de Areito era ampliamente conocida en Venezuela gracias al trabajo promocional del sello contratante, Integra, presidido por Orlando Montiel. Él firmó el contrato para presentar a Areíto en el Poliedro de Caracas y en Barquisimeto.

Cuando esas Estrellas de Areito sonaron, el Caribe tembló. Se había escapado, y no precisamente Cipriano Armenteros.

Chapottín y Cuní

Fue la última presentación de Cuní junto a Chapottin en Venezuela. Irían posteriormente a México y después en Cuba, el Sonero mayor recibió varios homenajes, pero ya su salud estaba resentida. Para agravar aún más su cuadro clínico falleció su gran amigo Félix Chapottín en diciembre de 1983. Tres meses mas tarde, el 3 de marzo de 1984 Miguelito Cuní rendía tributo a la vida en la ciudad de La Habana.

Al conocerse la noticia de su fallecimiento, noticia inmediata en toda Cuba y el Caribe, el Comandante Juan Almeida, también músico compuso “Este Son homenaje” pieza memorable en honor al sonero que partía físicamente.

Quedaron para la posteridad este tema y los que interpretara Cuní, entre otros Alto Songo, Dónde vas Chichí, Convergencia, Fuego en el 23, Contradicción, El diablo tun tun, Yo si como candela, Guaguancó a todos los barrios, Camina y prende el fogón, No tiene telaraña, Quimbombó que resbala, Los tres Juanes, Cielo tenebroso, La guarapachanga y muchos más.

Este Son Homenaje

Valoración

Miguel Arcangel Conill se convirtió en Sonero Mayor sin proponérselo. El Son, que tiene como uno de sus grandes méritos la espontaneidad que propicia su enriquecimiento rítmico y argumental tuvo en él a un fiel exponente. Además la vida interior de este músico nacido en las vegas de tabaco de Pinar del Rio complementaba el ejemplo de su obra.

Hijo de Shangó, rey de la música entre los Yoruba, mantuvo un comportamiento cónsono y digno de esa raíz negra de la que se ufanaba en vida y canto. Improvisador como pocos, lo que hacía era mostrar con altísima calidad el detalle caribeño de improvisar.

Fue bautizado como Sonero Mayor por Benny Moré, quien solía extasiarse escuchando a su amigo y compañero de batalla. Recuérdese que Benny decía: Miguelito Cuní es el mas auténtico, el menos contaminado y el mas cubano de todos los soneros.

Así sigue siendo.

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