En esta edición del periódico hemos querido recogeralgunas opiniones acerca de las reformas que se adelantan en la Universidad Nacional, pues creemos de suma gravedad la tendencia que se observa a degradar el nivel académico del principal centro de educación superior en el país. Resultan muy alentadoras la resistencia a la reforma agrupada en el Movimiento Triestamentario y las movilizaciones que se han realizado con una nutrida participación estudiantil.
Sin embargo, aún se nota confusión en los objetivos, lo cual impide avanzar más resueltamente. El gobierno, a su turno, va a poner todo su empeño en sacar adelante los cambios regresivos que pretende, como puede deducirse del candidato que impulsa para la rectoría, el actual director del Icfes, Daniel Bogoya.
Desde 1991 el Icfes tiene el encargo de evaluar todo el sistema educativo y los resultados de dichas evaluaciones han sido utilizados por el gobierno para presionar una serie de reformas mediante las cuales se busca que el papel principal de la educación sea formar no en conocimientos, sino en competencias y que sea pertinente, es decir que se amolde al mercado, lo cual se traduce, en la práctica, en restarle importancia a la enseñanza de la ciencia y, en general, a la riqueza cultural creada por la humanidad.
La reforma académica en la UN, plasmada en el decreto 037 de 2005, no es sino la aplicación de una política que se trazó desde el Banco Mundial y que el Icfes adaptó a las condiciones nacionales
Con la candidatura de Bogoya el gobierno está anunciando que buscará imponer la reforma al precio que sea. Como es sabido, la consulta realizada no obliga al Consejo Superior, organismo en el que el gobierno tiene la mayoría. Si el Movimiento Triestamentario quiere estar a la altura del desafío, no bebe dejarse distraer en consultas o asuntos accesorios. Lo que ahora se requiere es levantar la consigna de impedir que un personaje como Bogoya llegue a la rectoría.
Leave a Reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.