Algunos antecedentes de la educación por ciclos

Directores nombramiento

El concepto de ciclos en la educación no es nuevo. En diciembre de 1997, en el gobierno de Ernesto Samper, se aprobó el decreto 3011 de educación  por ciclos y de adultos, en el marco de la Constitución Política y de la Ley General de Educación ó 115.

Dentro de los objetivos de esta reforma estaba reducir el presupuesto para la nocturna. Al declarar dicha educación como de adultos, el gobierno se quitó la obligación de financiarla, y fue así que comenzaron a sacar a los administrativos, bibliotecarios, secretarías, orientadores, coordinadores y maestros por montón. Ya no se necesitaban maestros por grados sino por ciclos, así que un sólo docente atiende el ciclo de sexto y séptimo a la vez. Y como en muchos colegios el bachillerato quedó reducido a dos años o un año, el gobierno decía que sobraban profesores y muchos se vieron obligados a renunciar.

Pero aquí no quedó el asunto: convirtieron en personas adultas a los niños y jóvenes de los 13 a los 18 años, para los que ya no habría una educación digna y de calidad. Al imponer el sistema de ciclos, la nocturna pasó de ofrecer un bachillerato de seis años en tres, para los grados de sexto a once. En algunos casos el bachillerato se puede hacer en un año y hasta en menos. Hay establecimientos que lo ofrecen con clases los sábados y los domingos. Las flexibilidades aquí permiten la participación de entidades públicas, privadas, corporaciones, fundaciones, ONG, o cualquier colegio de garaje de los que pululan en la ciudad con grandes avisos: “BACHILLERATO EN UN AÑO”. Este es otro de los tantos factores que están generando entre la juventud el espíritu facilista frente al estudio, frente a lo cual surge la pregunta ¿Quién va a querer demorarse seis años haciendo el bachillerato? El panorama es realmente preocupante. Esta reforma ha sido un factor determinante en el marchitamiento de los colegios públicos nocturnos y en la creación entre el estudiantado de un facilismo equivocado y un desprecio por el conocimiento.

Antes de esa reforma, la nocturna sacaba unos muchachos relativamente bien preparados; muchos llegaron a obtener títulos universitarios. Bogotá contaba con 63 colegios, en los que laborábamos entre 5.000 o 6.000 maestros. A esta fecha, según mis datos, han cerrado unos 20 colegios nocturnos.

La flexibilización no sólo tuvo que ver con el tiempo en el que se realizan los cursos; también abarcó los aspectos curriculares y pedagógicos: se ofreció un nivel de alfabetización básica y se autorizó el sistema de validación de niveles y grados con lo cual se fomentó el surgimiento de cuchitriles en sitios inadecuados, sin ninguna dotación, ni laboratorios, con profesores sin títulos y en unas condiciones de extrema explotación. Esta “enseñanza” puede prestarse presencial, semi-presencial, a distancia, con tutores, con guías, etc. El decreto 3011, reglamentario de la Ley 115, abrió así un nuevo campo para el enriquecimiento fácil a costa de la educación.

Hay por su puesto muchos más elementos que tratar en el asunto, pero la reflexión es para mostrar que la educación por ciclos no es nueva en Colombia. Se produjo, entre otras, por los recortes al presupuesto para la educación que han sobrevenido por las reformas al régimen de transferencias impuestas por el Fondo Monetario Internacional, FMI, aparejadas siempre por nuevas rebajas en la calidad de la enseñanza, otro requerimiento de la globalización al servicio de las multinacionales, especialmente norteamericanas. Estas políticas encuentran agentes que las ejecutan desde el Ministerio y las Secretarías de Educación.

Las reformas educativas de los últimos 20 años han tenido cuatro grandes elementos, que a lo largo del tiempo no se han modificado: 1) debilitamiento de la educación pública; 2) favorecimiento al sector privado; 3) degradación de la calidad de la educación a través de varios mecanismos, entre otros, el sistema de evaluación y la imposición del discurso posmoderno con lo cual se niega al estudiante el conocimiento científico, el arte, y la cultura en general, y 4) arrebatar las conquistas a los maestros. Estos elementos se aplicaron en la reforma por ciclos de la nocturna. Los cuatro factores mencionados han persistido independientemente de los gobiernos de turno —sin excluir a los llamados de “izquierda” como el del Distrito Capital— y se profundizan con la agudización de la crisis económica y la intensificación del dominio norteamericano sobre nuestro país.

En el terreno del conocimiento la crisis de la educación va a tocar fondo. Creo que las implicaciones de la reforma actual serán peores que las que trajo consigo la de las competencias, los estándares y la promoción automática. Estas reformas han contribuido de manera sustancial a hacer más profundo el abismo de clases en el terreno de la cultura en Colombia: por un lado, altos niveles de calidad para los que tienen plata, y por el otro, un nivel pobre para los pobres.

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