Condolencia
Un triste adios
Hace tiempo quería escribir cualquier temática de la realidad que nos afecta, pero temía, quizás por los lejanos recuerdos de mis maestros de otras décadas, quienes me obligaban a repetir treinta, cien y mil veces; ¨debo hacer silencio, debo hacer tareas, y también debo obedecer¨.
Quizás por eso hoy se mezcla en mí la timidez, el desespero, la decisión y más bien la obligación moral ante un magno y triste acontecimiento, como fue la temprana partida de una compañera y amiga Ligia Mayorga Mayorga, con quien, en el refugio de su soledad y desesperanza, muchas veces me tocó hacerme cómplice de sus saberes y preocupaciones.
Ella con su abnegada dedicación a la labor docente fue mucho el ejemplo que nos dio, y nos consta en lo mucho que se destacó, cualquier gesto de rebeldía en ella no era gratis, por su intelecto y formación personal.
Somatizó el amargo sabor de la vida, reprochando las injusticias que siempre afectan a una gran mayoría y clamando por la justicia, pero apesadumbrada todavía, de que algunos de los pasajeros de este barco, no la entendían. Mientras otros como ella, son capaces de jugársela toda y ayudar a reivindicar nuestros derechos y autonomía, que han sido arrasados por otros pasajeros de turno.
Ojalá Ligia, que desde la eternidad sigas clamando por esta justicia y que los ángeles, arcángeles y querubines te hagan el coro.
¡¡Basta ya de tanta injusticia!!
¡¡Basta ya de tanta represión!!
Tú amiga de siempre Meredith Zubiria
Colegio Alberto Lleras, Bogotá
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